Series Medias # 3

Una serie de recomendaciones y disgresiones sobre todo lo que me interesa

Esto se está convirtiendo en algo muy parecido a un fanzine digital: sus secciones, su análisis de lo que tengo en la cabeza, su enumeración de neuras, su banda sonora y sus múltiples puertas abiertas de par en par para que sigáis tirando de los hilos. Sienta bien por eso mismo, porque los fanzines son lo mejor. Espero que estéis cómodos esta semana. Vamos allá.

El cosmos sintáctico y morfológico de Dan Berges

@dan_berges

Hay mucho revuelo en las redes porque Cosmopolitan publicó una lista de banderas rojas en las apps de citas

Algo me dice que en persona tiene que ser una persona cargante (por mucho que su identidad en redes sociales sea, claramente, un personaje), pero Dan Berges es uno de mis influencers favoritos: vestido como un gymbro -aún no tengo claro si irónicamente, aunque sus referencias a los “press de banca” me parecen tronchantes-, arranca todos sus vídeos con una situación más o menos cotidiana (“Muchas veces estamos con amigos en una cena o lo que sea…”) y de repente surge el drama: una duda de gramática avanzadísima que hay que resolver (“y lo típico, alguien dice ‘El dativo ético es un dativo no concordado’, y piensas ‘Cierto’”) y se te vienen encima treinta segundos (los vídeos son brevísimos) de turra acelerada sobre gramática descriptiva y semántica composicional. Te quedas completamente aturdido.

A medias parodia de los tics de los divulgadores de internet y de las concesiones que tienen que hacer para complacer al algoritmo (la estética, el gancho inicial), a medias genuino apasionado del lenguaje capaz de contagiarlo a sus seguidores, Berges resume ese estado tan feliz del internet en el que no sabes si algo es honesto o cínico, pero genera una extraña sensación de paz. Y como él mismo dice, al final es un poco LOL OK, pero qué gusto, oye.

Sí a los mamarrachos

Esta pinta de absolutos mamarrachos tienen EMF ahora. EMF es una de mis bandas pop favoritas de todos los tiempos, y su ‘Unbelievable’ una de las mejores canciones de la historia. Y punto. Llegaron a mi vida en ese mismo momento en el que lo mismo te dabas un atracón de hardcore costroso (ver Reptil Zine más abajo, en esta misma newsletter) que te comprabas la banda sonora de Grease o que te agenciabas un disco de oferta de Ozzy Osbourne en el Pryca solo por la portada porque cómo no iba a molar eso (spoiler: molaba). En este caso, yo no entendía que EMF era la versión regurgitada para las masas de ese sonido británico mezcla de discotequismo empastillado y rock alternativo en el que nunca logré entrar, porque los Happy Mondays siempre me parecieron unos cargantes. Pero escuché ‘Schubert Dip’, el disco donde aparece ‘Unbelievable’, hasta la náusea. Aún hoy me sigue pareciendo un debut increíble (es que vamos).

Después de este éxito, EMF intentó evolucionar hacia terrenos que a mí siempre me parecieron muy interesantes (tardaban años en sacar nuevos discos porque las drogas son como son, así que a mí me daba tiempo de ir amueblándome la cabeza según cumplía años), hasta que las sucesivas y tópicas maldiciones del segundo-disco-que-no-cumple-las-expectativas y la del tercer-disco-que-se-hunde-en-la-miseria les azotaron de lleno. En 2001, en la primera oleada de revival que vivieron, acompañada de un excelente recopilatorio de éxitos y caras B (tengui), se reunieron, y falleció de sobredosis uno de los motores rítmicos del grupo, el bajista Zac Foley. Ese golpe sí que pareció definitivo.

Sin embargo, nada es para siempre en esta deprimente cultura del reciclaje que vivimos, aunque ellos lo han hecho de la mejor manera: en modo vejestorios (rondan casi todos los 60 años) que no se han dado cuenta de que su momento ya pasó. La misma ropa chandalera, carísima y de colores ácidos que en los noventa, que ya era estrafalaria y excesiva en su día, algunas nuevas canciones sobre atiborrarse a eme en la pista de baile (señor, tenga cuidado, se va a hacer daño), y a mí me parece bien. Ante reinventarse para los nuevos tiempos y dejar que las influencias latinas empapen su trabajo o hacer como si se hubieran quedado colgados del mejor viajer de tripi de sus vidas, han elegido lo último. Y yo solo puedo aplaudir esa coherencia, por mucha risa que dé el resultado. ‘Unbelievable’ es inalcanzable, ya lo era en su día, pero nadie me va a arrebatar una de mis canciones favoritas, así que dejad por lo menos que los señores se diviertan.

Adiós, Letterboxd

Llevaba unos días sin actualizar mi cuenta de Letterboxd, y cuando pensé “Tengo que actualizar todas las películas que he visto en los últimos días”, pensé de forma intuitiva, casi como una extraña rebelión momentánea “O… ¿y si no lo hago?”. Y no lo hice. Llevo unos meses en los que me gusta enfrentarme a las películas sin chequear antes qué es lo que han pensado otros de ella, leyendo solo lo que han escrito un puñado de críticos y amigos (a veces ambas cosas) de confianza, sin necesidad de hacer media de una ristra de estrellas de gente a la que solo conozco por nicks tan dignos de espanto como MaxCady$$86, que en su día coincidieron conmigo en una unidad de opinión, y ya pensé que se merecían un follow por ello.

Hace poco revisé la magnífica ‘Terror en el espacio’ de Bava, que no veía como hacía ocho o diez años, y que casi había borrado de mi cabeza, más allá de los tópicos que leía repetidos una y otra vez. Antes de la revisión me negué a chequear qué se decía de ella entre mis contactos, y me enfrenté al revisionado como hasta hace poco era lo habitual, a lo loco, consciente de que te puedes topar con un pimiento que tu memoria ha desvirtuado o con un descubrimiento que te maldices a tí mismo por no haber puesto más arriba en tu panteón de clásicos. Y la experiencia fue muy satisfactoria.

Así que si yo ya no necesito que me cuenten sus opiniones (por supuesto, voy a seguir necesitando análisis densos y con enjundia de todas las pelis del mundo, pero eso no son “opiniones”, eso no son un embutido de puntuaciones y decimales), tampoco voy a torturar a la gente con las mías. Con mis opiniones. Por supuesto, seguiré escribiendo sobre las pelis, aquí mismo sin ir más lejos, hablaré de ellas largo y tendido en ‘Rancho Drácula’, pero creo que la necesidad de que te digan en un máximo de siete segundos si una película es una obra maestra o no (solo hay sí o no)… me bajo de ese carro.

El otro día me volví a ver ‘La pasión de China Blue’ de Ken Russell, olvidadísima la tenía. No lo conté en ningún sitio, solo se lo comenté a un par de colegas, no lo dije en ninguna parte. Creo que ese guardármela para mí me sentó estupendamente, le potenció ese aura de “película secreta” que tiene. Y no creo que no haya que compartir lo que te gusta, todo lo contrario, por supuesto que hay que compartirlo. Pero no hace falta compartirlo como si fuéramos esto fuera un almacen de extrarradio de saldos y 3×2. Las pelis merecen algo más que eso.

Los chistes malos son una cosa que me apasiona. Los chistes buenos también, por supuesto, pero en los malos hay un instante de sonrisa congelada en los labios, de “no puede ser”, de “esto tenía que haber ido por otro lado, por qué ha cogido este camino de sufrimiento” que me fascina. En el podcast de Viruete.com están escuchando cintas de chistes (ya solo el concepto es arrebatador), y han tocado fondo con este Agustín HP especializado en chistes groserísimos, con abundancia de escatología, sexo chungo y, por supuesto, conceptos (el mariquita, el gangoso) hoy un poco complicados. Pero a esto se añade una calidad absolutamente paupérrima de los chistes (algunos parecen sacados de un repertorio infantil improvisado), un acento jerezano en ocasiones inexpugnable y una calidad como cuentachistes bastante penosa (Agustín se traba, se lía, empieza chistes por el final, los explica incluso, por si a alguien se le ha escapado -”le cogió la minga el tío jejej”-).

Un auténtico museo del chiste a la inversa, un descenso a los infiernos del humor en los que conviene adentrarse a veces, porque no todo pueden ser ironías exquisitas, a veces hay que darse de bruces con la realidad de que, para muchos, para muchísimos, diría yo que para la mayoría de los españoles (españolísimos: el cassette empieza anunciando unas coplillas -serias- en honor de Paquirri y El Yiyo-), el humor es esto. Menos mal que tenemos a gente como Viruete, dispuestos a bajar al barro. A la mierda, para qué decir otra cosa.

Spotify: Yo fui un joven lector de Reptil Zine

La playlist de esta semana es un tripazo en el túnel del tiempo hacia ese preciso instante de tu adolescencia en la que eres una esponja en la que no solo absorbes todo lo que te entra por los sentidos, sino que todo te resulta tremendamente impactante. El fanzine catalán de hardcore Reptil Zine, detrás del que había plumas como el infatigable Boliche (batería de los clasiquísimos Subterranean Kids, presentes en la playlist) o nombres que luego harían historia en el hardcore patrio como Jordi B Core, fundador del histórico sello B-Core y de la esencial historia oral del punk barcelonés en los ochenta ‘Harto de todo’. De hecho, los primeros singles de B Core ya aparecían publicitados en el fanzine, y uso uno de ellos, de los entrañables y recordadísimos Corn Flakes para abrir esta playlist, donde aparecen algunas de mis primeras experiencias con el punk más acelerado. Por supuesto, buena parte de las páginas de Reptil Zine estaban dedicadas a grupos maqueteros que nunca veremos en Spotify, así que ese tesoro queda para mí y mis cajas de cintas. Conservad bien vuestra cacharrería física, nunca lo digo lo suficiente, pero mientras tanto, allá van algunas cosas entre las que os destaco también un tema del ‘Kerplunk’ de Green Day, entrevistados en el fanzine antes de convertirse en estrellas del punk. Ains…

Si te gusta esto, te gusta esto otro

No te voy a engañar: si te está gustando SERIES MEDIAS las posibilidades de que te guste mi novela ‘Luz Negra’ son elevadísimas. Te lo digo de verdad, no te estoy vendiendo la moto: horror explícito, nosferatus gigantes, guiños sobre la Inglaterra Victoriana Sobrenatural, portadón de Tomás Hijo que por sí solo compensa el desembolso, humor, aventura y un final esculpido en látex pasado de fecha. Yo me pasaría por cualquier librería (también está en los inevitables emporios del libro, los Zaras del papel impreso) y lo compraría. Que lo vas a disfrutar.

Cinco ‘Rancho Drácula’

Algunas cosas que he escrito en Xataka y que no han estado nada mal

Nos leemos en la próxima o bien en Bluesky, Instagram o TikTok.